Aquí estoy una pandemia y dos años después .
¿Anda que no nos ha cambiado a todxs la vida eh? Resumir estos 2 años es prácticamente imposible, creo que todxs hemos dejado de ser quienes éramos para convertirnos en personas nuevas.
Parar como nos paró la pandemia creo que nos ha obligado en cierta medida a todxs a poner nuestras prioridades encima de la mesa , evaluar y reconsiderar muchas de las cosas en las que estábamos en piloto automático.
También ha puesto encima de la mesa nuestros miedos y nuestra vulnerabilidad, y sobre todo la falta de control .
Aprender a fluir por narices, adaptarnos a los cambios y aprender a aceptar que las cosas no siempre salen como nos gustaría.
La vida una vez mas nos enseña a coger perspectiva y a soltar el control.
Estos dos años me han dado la oportunidad de trabajar en ámbitos nuevos, he trabajado con mujeres , he dado conferencias y sesiones individuales..
No podría deciros que me ha gustado mas, porque todo me ha encantado y me ha enseñado que las mejores cosas que pasan en la vida son las que no te esperas. Que todo esto no estaba ni siquiera en mi imaginario y os aseguro que me daba mucho vértigo abrirme a nuevos colectivos porque mi autoexigencia siempre me taladra y aparece ese demonio en mi hombro diciéndome, "igual no eres capaz" " donde vas tu a hacer eso si no tienes ni idea" " que vas a poder aportar tu a esto?" Pero de algo tiene que valer el trabajo personal de los últimos años y ya no dejo que esos miedos me paralicen. He aprendido a verlos y a escucharlos pero procuro que no me frenen. "Si da miedo, es por ahí" al menos en mi caso. Así que me tiro a la piscina y salgo de mi zona de confort constantemente, y desde ahí luego ya puedo decidir que si y que no. Pero intentándolo y dándome la oportunidad de explorar nuevos ámbitos.
Y ese permiso ha sido lo mejor que me he dado en estos años, permiso para seguir creciendo y conociendo personas maravillosas en cada uno de los talleres que he impartido. Me di permiso también para parar, seguir de excedencia en la Ikas y poder dedicarme a mis hijos.
Criar sin prisa, con dedicación y disfrutando todo lo que no pude disfrutar con mi hijo mayor. Me he dado permiso para hacer las paces con la crianza y la maternidad, pudiendo vivirla totalmente distinta a la primera. Sin estrés, con menos miedos y conectando también con mi niña interior , esa que disfruta de jugar con plastilina, coger los pinceles o hacer experimentos durante horas, sin tener que mirar el reloj porque lo mas importante que tengo para hacer es solo estar presente.
Estos años también me he dado permiso para conectar con mis miedos mas profundos y han sanado muchas heridas de perdidas. He aprendido a vivir sin mis aitas , recordándolos cada día y teniéndolos super presentes pero sin esa angustia que me invadía al principio.
Y aquí y ahora, estoy en una etapa mas expansiva, en la que necesito salir, disfrutar, reírme y conectar con la cara amable de la vida. Dedicarme tiempo sin culpa. Disfrutar de la naturaleza, de los baños de mar y de secarme al sol. Disfrutar de mis amigxs y de tiempo de calidad en familia.
Y así sigue la vida con sus ciclos, con sus etapas, de luz y oscuridad, con sus estaciones y sus fases mas introspectivas o mas expansivas. Aceptándome siempre, y aceptando el cambio como la única realidad posible.